“Mejor que mil palabras vacías, una palabra que traiga paz”. En una sociedad tan ruidosa y llena de “libre expresión” como en la que vivimos actualmente, a veces no basta alzar la voz solo por hacer uso de ese derecho. También es importante hablar desde un estado mental-emocional que esté inspirado en la paz y la tranquilidad, y no en el odio o el rencor hacia otras personas, grupos sociales o sistemas.

“Guardar rencor es como sujetar un carbón caliente con la intención de lanzárselo a alguien más; es uno el que se quema”. Cuando leemos esta enseñanza, ¿cuántos de nosotros imaginamos nuestras manos y nos damos cuenta de que sujetamos a veces no solo uno sino muchos carbones calientes y que llevamos sujetándolos durante años? Es momento de abrir las manos, abrir nuestro corazón, sanar y soltar ese carbón que nos quema internamente.

“La mente lo es todo. Lo que pienses, en eso te conviertes”. Los grandes impulsores de la Superación Personal definitivamente se han inspirado en este principio atribuido a Buda, pues la mayoría concuerda en que es posible cambiar malas circunstancias y situaciones, lograr lo que se desee y alcanzar lo que cada uno considere como el éxito, cambiando la mentalidad y la forma en la cual se perciben las cosas. Si pensamos sólo negativamente, de seguro nuestra vida será sombría y poco atractiva, pero si proyectamos pensamientos positivos, pronto empezaremos a atraer cosas positivas también.

“Para tener buena salud, encontrar la felicidad verdadera en la familia y traer paz a todos, el hombre debe primero controlar su propia mente. Si lo logra, habrá llegado a la iluminación, y toda la sabiduría y virtud vendrán naturalmente a él”. Lo que nos enseña este principio es que a veces es cuestión de cambiar la actitud con que vemos las cosas, para empezar a observar lo positivo en nosotros mismos, en nuestros seres queridos y en la vida en su totalidad.

“Tú te mereces tu cariño y afecto”. No hay mejor enseñanza ni frase para remarcar la importancia de la autoestima. Dejemos de buscar razones para no querernos y descuidarnos. Simplemente aceptemos que merecemos nuestro propio cuidado, afecto y amor. El amor hacia los demás y lo demás se fortalece en la medida en que se fortalezca nuestro amor propio.