Hay personas que, por una u otra razón, lo han perdido todo y han quedado en la calle, sin un hogar y sin nadie en quien apoyarse. También, hay quienes han sufrido graves accidentes a partir de los cuales sus vidas se transformaron por completo.

Un claro ejemplo de esto fue el peligroso accidente de tránsito que sufrieron mi esposa y mi hijo hace ya algunos años y el cual casi, por poco, les arranca la vida. Ambos son testigo de que después de aquel suceso nuestra vida cambió a gran escala y a partir de ello todos y cada uno de los miembros de nuestra familia aprendimos a valorar inmensamente lo que somos y tenemos en nuestra vida, lo que hemos alcanzado y lo que podríamos lograr.

Mi familia y yo hemos presenciado el gran impulso que pueden ser estas situaciones desfavorables para reflexionar y agradecer solo por el hecho de estar vivos. Pero más allá de eso, las situaciones en las cuales tenemos pérdidas valiosas nos enseñan a valorar aquello de lo cual éramos capaces antes de perderlo todo, y lo triste que es mirar hacia atrás y notar que no valoramos las cosas como se debía.

La historia de mi familia ha inspirado este artículo en el cual quisiera plasmar una de las mayores enseñanzas que dicha situación nos dejó: No esperes a perderlo todo para transformar tu vida.

Qué estamos esperando perder para explotar y desarrollar nuestro máximo potencial como seres humanos, para dedicarnos a lo que nos apasiona y amamos, para compartir más tiempo de calidad con quienes más apreciamos, para dedicarle tiempo a grandes iniciativas y proyectos, para levantarnos con una sonrisa y un “gracias a Dios y a la vida estoy aquí y estoy vivo”, para sacarle el máximo provecho a cada segundo del cual dispongamos…? ¿Qué estamos esperando?

No pospongas todas estas maravillosas cosas hasta el día en que la vida te ponga a prueba y te coloque en desventajosas circunstancias. Disfruta de cada momento y haz que valga cada minuto de instancia aquí en la Tierra, deja una huella positiva en él. No esperes a perderlo todo para empezar a ganar.

Luis Fallas